Se reproduce a continuación la ponencia presentada por Alfonso Martínez Bernal, Director de Organización y RRHH de Intersa, en los Almuerzos de trabajo organizados por DIRECCIÓN HUMANA en Murcia, bajo el título » Salario y Productividad»
Desde el inicio de la crisis en España, muchas voces reclaman que en este país se ligue la evolución de los salarios a la productividad, y no al índice de precios como se hace hasta ahora. El “coro de voces” empieza a ser demasiado grande e imparable; Algunos son Nacionales: CEOE, Escuelas de Negocio –ESADE-, Fedea –Federación de Estudios de Economía Aplicada-, Banco de España. Otros internacionales: Comisión Europea, Fondo Monetario, OCDE, …). Todos coinciden en que de no llevarse a cabo estas medidas nunca se podrán mejorar las cifras del paro ni reactivar la economía.
Sin embargo, si analizamos la opinión de algunos expertos, si profundizamos en los aspectos claves de nuestra negociación colectiva, en nuestra manera de sentir la empresa, en la defensa a ultranza de lo que nuestros sindicatos han denominado “derechos adquiridos”, esta medida siembra ciertas dudas en lo que respecta a su aplicación.
IPC
Y es que, en primer lugar, España es uno de los países en el que los ascensos de los salarios se encuentran más estrechamente ligados al aumento de los precios con la finalidad histórica de garantizar la renta real de los trabajadores, o dicho de una forma más prosaica el poder adquisitivo de los mismos. Como curiosidad, la indexación oficial sólo existe en países como Bélgica, Chipre y Luxemburgo, siendo en el resto informal.
Y es que la realidad del incremento salarial vinculado a IPC ha sido hasta ahora, lo que los sindicatos exponen como elementos de defensa de este hecho frente a la productividad, y es que el IPC, es un elemento medible, no manipulable, y fácilmente verificable, que es un elemento que sostiene la demanda y por tanto la actividad, que la rigidez a la rebaja o mantenimiento de los salarios actuales en realidad contribuye a presionar a las empresas a que mejoren su productividad y a ser innovadoras para mantenerse competitivas. Finalmente aseveran que ese tipo de indexación salarial contribuye a una menor dispersión salarial en el país, manteniendo la cohesión social.
El problema desde nuestro punto de vista, es que este hecho, en principio entendible por todos a los que se nos ha subido el salario en base al IPC, es también incompatible con la eficiencia económica del país y por ende con la creación de empleo, dado que España está plenamente integrada, y esto se nos olvida con facilidad, en un sistema de competencia global que no podemos ignorar.
Pero es que además, aplicar una regla única a todos los trabajadores ignora la heterogeneidad del nuestro tejido empresarial, generando ineficiencias.
Pero es que además, y finalmente, las empresas con este sistema toman el salario como dado y por tanto, ajustan donde únicamente pueden hacerlo, que es por la vía del empleo.
Pero el concepto de productividad aporta también claroscuros en su concepción, ya que no es un concepto fácil de entender. Y no lo es porque en primer lugar el concepto en si mismo es ambiguo: ¿Qué es productividad?
Podríamos definirla como el aumento o disminución de los rendimientos, originado en la variación de cualquiera de los factores que intervienen en la producción: trabajo, capital, técnica, etc. O puede relacionarse también con el rendimiento del proceso económico medido en unidades físicas o monetarias, por relación entre factores empleados y productos obtenidos.
Ahora cojamos este concepto, trasladémoslo a la Negociación Colectiva y negociemos. El empeño se presupone difícil.
Sin embargo aunque el camino no es fácil, los defensores de esta propuesta alegan que esta vinculación reduciría los niveles de desempleo actual dado que las empresas no se verían obligadas a subir los salarios de forma automática, y por tanto ajustar los costes vía empleo, sino hacerlo, y sobre todo en caso de pérdidas, a través de los salarios.
Los expertos además no se ponen de acuerdo. Los economistas Juan López Facal y Manuel Lago Peñas han señalado en el último Foro sobre Economía celebrado en Galicia que la productividad en España tiene un carácter anticíclico. Es decir, en las fases recesivas del ciclo económico con caída del empleo, la productividad crece (suele estar próxima al 3% anual en 2009 y 2010), mientras que en las fases de alto crecimiento de la actividad y del empleo la productividad decae (por debajo del 1% anual entre 1995 y 2008). Esto podría explicarse porque el descenso del empleo es proporcionalmente mayor que el descenso de la producción, lo que hace aumentar la productividad en época de crisis. Finalmente Lago Peñas aportó un dato demoledor: en el periodo 1994-2010 la productividad en España creció un 7,4% frente a un IPC que subió en ese mismo periodo un 65,1%. Con estas cifras es obvio concluir que las consecuencias directas de incluir la productividad en los convenios colectivos serían enormemente nocivas para los trabajadores, aunque también es obvio que si las empresas no tienen beneficios, el incremento salarial debería ser nulo.
La realidad es que Iberdrola ha sido la primera empresa del IBEX en unir salario fijo a productividad en función de los resultados operativos de la compañía (EBIT) presupuestado para el 2011. Siendo lo acordado lo siguiente:
1% de incremento anual a cuenta. (mantenimiento del poder adquisitivo)
1,5% incremento si se consigue el 100% del EBIT presupuestado.
Hasta el 3,5% de incremento si se consigue el 120% del EBIT
Todo esto con una garantía: a la finalización del periodo de vigencia (31 dic 2014) se compararán los salarios de mercado con los de la compañía, en caso negativo se abonará un 80% de dicha cantidad, adaptándose los conceptos base del convenio a los de mercado.
Recientemente hemos sabido que Telefónica sigue un camino parecido.
Quizás la solución a este problema sea apoyar los incrementos salariales sobre los dos elementos analizados hasta ahora, en forma de mix: Es decir, sin llegar a despreciar totalmente el IPC, pero incluyendo una segunda variable (financiera-económica) que ponga encima de la mesa la realidad económica de las empresas.
Además y en nuestra opinión esto facilitaría la negociación en entornos más de pequeña y mediana empresa que es a la postre el núcleo duro de nuestra economía.
Para terminar podríamos decir que ligar las remuneraciones a la productividad implica un claro compromiso de corresponsabilidad entre trabajadores y empresa fundamentalmente, un compromiso que pasa por un cambio cultural tanto en la mentalidad empresarial al hacer su actividad quizás un poco más transparente y en la de los representantes de los trabajadores al alinearse quizás un poco más con los objetivos de la empresa. Quizás en el futuro veamos a los trabajadores tener voz y voto en los Consejos de Administración de las compañías, al modo alemán. Si no es así vincular salarios a productividad se verá irremediablemente como una forma encubierta de “reducir los salarios”.
Es ahora cuando la función de Recursos Humanos en esa doble vertiente de conocimiento de los objetivos de la empresa y de las necesidades de los trabajadores es más necesaria y estratégica que nunca.
Muchas gracias